miércoles, 16 de junio de 2010

Fidelidad de Cristo, Fidelidad del Sacerdote

Es el lema de este año Jubilar que tuvo su desarrollo del 19 de junio del 2009 al 11 de junio de este año 2010 en honor al Santo Cura de Ars, José María Vianney, patrono de los Párrocos y Pastores de las Almas, esos “Siervos por amor, sacerdotes de la humanidad” como dice el ministerio Música de Dios en su canción dedicada a ellos.

Este Viernes 11 de Junio se cerro solemnemente el año litúrgico dedicado a los Sacerdotes, por eso al final de este año cada uno de nosotros debemos preguntarnos ¿cuántas veces oré por mi párroco? ¿Cuantas veces dediqué un rosario por el sacerdote que m confesó? ¿Cuántos de nosotros recordamos el nombre del sacerdote que nos bautizó, el que nos dio la primera comunión, el que te absolvió, el que te casó, el de la última confesión?

Son tantos momentos importantes en nuestra vida espiritual y pocas las veces que recordamos a todos los nombres y los rostros de esos siervos de Cristo, pero lo más importante es que los llevemos en nuestro corazón y en cada una de nuestras oraciones.
Ese es el llamado de su Santidad Benedicto XVI en este año Jubilar que estamos cerrando. Como decía nuestro Arzobispo Monseñor Luis Escobar Alas en la misa de inauguración: “Son tantos los nombres de sacerdotes fieles a Cristo que no podría mencionar todos los nombres pero que El Señor los conoce y los ha premiado ya”, y con claridad hizo una petición a todos nosotros diciendo: “Les pedimos que nos sigan ayudando con su obediencia para que nosotros podamos seguir cumpliendo con nuestra misión”.
Podemos empezar a obedecer orando por todos los sacerdotes y encomendándolos al Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney. No por que sea una orden, sino porque somos parte de la iglesia, porque somos parte del cuerpo de Cristo, oremos no solo este año sino en todas nuestras oraciones de nuestra vida y confiando en la misericordia de Dios.

“¡Bendito el que confía en Dios, y que en él pone su esperanza! Se asemeja a un árbol plantado a la orilla del agua y que alarga sus raíces hacia la corriente: No tiene miedo de que llegue el calor, su follaje se mantendrá verde; en el año de sequía no se inquieta ni deja de producir sus frutos” (Jeremías 17, 7-8)

Seamos como ese árbol plantado a la orilla del agua, orando y sin dejar de producir los frutos del Espíritu Santo, esa agua es la Iglesia, es Dios, seamos fieles como dice el lema del año “Fidelidad de Cristo Fidelidad del Sacerdote” y nosotros hagamos nuestro papel siendo fieles orando cada día por nuestros Sacerdotes.

Escrito por: Susana Rocío Mejía García

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